Hoy practicamente el 100% de los tebeos que aparecen están hechos con tableta gráfica. Unas herramientas muy valiosas que permiten corregir, cambiar tonos y prácticamente no fallar, además de generar todo tipo de texturas, filtros y complejidades. Pero díganme romántico, sigo prefiriendo mil veces la imperfección de la ilustración analógica, encuentro mucha más verdad en ella. Las tonalidades del acrílico y la acuarela, la imperfección de la tinta no corregida, el riesgo de trazo valiente y académico, la sencillez y pureza de los maestros. Y es que para llegar a lo sencillo hay que saber hacer muy bien las cosas. He trabajado con tableta gráfica y ya hace más de un año que la abandoné cogiendo de nuevo la tinta, el boli, el lápiz y las aguadas de acuarela.
Empiezo este periplo mostrando una serie de portadas de tebeos de cuando éstos se hacián sin herramientas digitales, un poco en homenaje a esa forma artesana, auténtica y única de hacer las cosas. La tableta gráfica es, además, la causante de que ya nunca podamos volver a tener originales a color de nuestros tebeos preferidos, todo se convitió en bits. Además ahora, con la IA ya ni siquiera las tabletas y sus usuarios serán los generadores de estas portadas, serán las máquinas y para poder crear una portada solo será necesario (y me consta que es así) un base de datos histórica y un buen programador, los dibujantes e ilustradores tenemos un durísimo camino por delante.
Pero, y lo digo creyendo fírmemente en ello, los pinceles, los lapiceros, la tinta y el color a mano volverán más fuertes que nunca.
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