El Salón del Cómic de Zaragoza tiene una cosa buena, es pequeño, accesible y sencillo. La verdad es que, para mi, es un encuentro anual con Furillo, el crack de la ciudad. Por lo demás, poder ver a los amigos de Taula, que siguen sacando románticas y valiosas piezas (los únicos con originales a la venta), saludar a un par de tienditas, Excelsior Cómics, El Coleccionista, dos más de tebeo clásico y poco más. Mucha gente, mucho manga, mucho chaval disfrazado de cosas raras, muchas chicas disfrazadas de princesas niponas con el traje de bodas de su madre reciclado y un interesante y sano espacio de jóvenes con sus fanzines y creaciones que me traen buenos recuerdos de aquel tipo dibujante de tebeos en 1980.
Es humilde pero merece la pena visitarlo, sí o sí.
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