Un edificio extraordinario con una historia singular digna de un cuento de Perrault o los Andersen. La arquitectura palladiana es una de las grandes riquezas de las que dispone Vicenza y su entorno. Palladio, para mi, es uno de los mejores arquitectos de la historia y en esta coqueta y bella ciudad se respira su legado por innumerables rincones.
Quizás un ejemplo apoteósico que deslumbra en todos los libros de historia del Arte sea esa Villa Rotonda que, desgraciadamente, encontré en obras y cerrada.
Pero pude acercarme hacia la exquisita Villa Malvarana y la experiencia no pudo ser más memorable.
Se puede ir tranquilamente paseando en media horita desde el centro de la ciudad, y el paseo es una delicia. Al llegar te recibe una excelente puerta señorial, se divisa la villa al fondo y la casa de apoyo a la izquierda, también excepcional. La luz, la altura, los cuidados jardines y la verdad exenta de artificios llenan la vista y los sentidos, el maestro Palladio medía cada orientación y cada concepto. La familia propietaria no se ha llevado en la mudanza sus enseres, fotografías y cuadros, dándole al recinto la autenticidad de un lugar habitado por una famila italiana de clara nobleza y prestancia, aunque entiendo con el bolsillo tan necesitado como el de la gran mayoría de la antigua aristocracia del Véneto.
Pero, obviando los parámetros arquitectónicos y artísticos, para no cansar al lector, detengámonos en la anécdota, el cuento, la fábula de los enanos que bordean en posición dispar toda la circunscripción de la alta tapia, como paralizados.
Por lo visto la leyenda dice que en este espacio un caballero local encerró a su hija Lajana, enana de nacimiento. Los padres de la niña, intentando hacer ver que el mundo que la rodeaba era "normal" para ella contrató a todo el servicio enano pensando que así la niña, que no salía del recinto, entendería como habitual su realidad.
Ella pensaba que todo el mundo estaba a su medida, pero los años pasaron. Lajana se hizo ya toda una mujer y un día un príncipe accedió al jardín atraído por el hermoso rostro de la joven que miraba desde una ventana del castillo/villa. El príncipe, todo un juguetón, accedió hasta la ventana y besó en la frente a Lajana prometiendo casarse con ella.
Cuando llegó el momento en el que el príncipe se encontró con la realidad de Lajana no pudo contener su decepción y abandonó a la chica prometiendo no volver jamás a la villa. La joven entró en desesperación, y, tras encerrarse en su habitación, se lanzó al vacío desde la ventana donde le habían declarado amor, muriendo en la caída. Los enanos, al parecer culpables de no haber protegido a Lajana, se transformaron en ese momento en piedra y ahora están todos ellos en los diversos pilonos que forman parte de la tapia.
Al final la enana se suicida, las pobres gentes del servicio petrificados y el truhán del príncipe de picos pardos por Venecia. La verdad es que las historias dramáticas italianas son de lo que no hay.
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