Este fin de semana los Gigantes de Zaragoza (la nueva versión de finales de los 90) ha cumplido 25 años, aunque la tradición folclórica de gigantes y cabezudos en nuestra ciudad sea antiquísima. Pero vamos, los que salen, tienen un cuarto de siglo. Se congregaron en la Plaza del Pilar muchas familias, pero me llamó especialmente la atención un padre que le había hecho a su pequeña hija un gigante de un par de metros para que la chica pudiera disfrutar de la sensación única de llevar una figura de éstas. La estructura, bizarra a más no poder, intentaba emular a El Quijote, uno de los gigantes de más pobre escultura del grupo. Impresionante.
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