viernes, 12 de abril de 2013

Comercio pamplonica

Me he llevado una excelente impresión de la ciudad de Pamplona. Hace muchos años que no la callejeaba y he de reconocer que, pese al aluvión de turistas y follón nocturno que tienen alguna de sus calles más céntricas, tienen una sensibilidad y un cariño a la hora de conservar sus viejos comercios y las tiendas ancestrales que pocas veces he encontrado en España. El pasear brevemente por el casco de mañanas es delicioso, la sensación de barrio vivo, de siempre, respetado y mimado, con cuidado, sin el desastre que ha ocurrido en otras ciudades me enamora. El pamplonés, aunque sabe valorar y aspira a vivir en su propia casa rodeada de naturaleza (y lo tiene fácil) no ha hecho lo que ha ocurrido, inspirado por los Estados Unidos, en muchas ciudades españolas. No hay grandes superficies como en nuestra ciudad y tampoco ha habido un éxodo del centro masivo por lo cual no se han degradado las calles histórica y los barrios con solera, y es encantador pasear, aunque sea brevemente, por ellos. Taxistas, encargados, camareros, pescateras, hosteleros, todos tienen un denominador bastante común, la amabilidad y la sencillez. Pamplona merece una visita con ojos potentes más profunda, cuidada y estudiada, es una estupenda ciudad llena de cosas que mirar.







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