Poco que decir ante esta sala dedicada al maestro sueco, genio del romanticimo alemán, en la Alte Nationalgalerie de la Isla de los Museos, en Berlín. Entiendo que eche para atrás el inmenso material de estos espacios museísticos, pero con la mano en el corazón, aunque sea una hora en esta sala dedicada a Friedrich merece un billete de avión. Ver a ese profesor con el grupo de estudiantes sentados durante más de 45 minutos delante de una de sus obras me resultó digno de reflexión y aplauso.
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