Un frío viernes fui a visitar los campos de concentración de Auschwitz. Puedes coger un autobús que en casi 2 horas te lleva hasta allí, pero como queríamos tener guía en español preferimos concertar una sencilla excursión que te lleva de forma más confortable. La carretera es "nacional" y el tráfico hasta allí, tremendo. Aunque la distancia desde Cracovia no es muy grande (50-60km) el tráfico es intenso y los camiones, tractores y excavadoras hacen que, en un mal día, casi roces las hora y cuarto de camino, o más.
Hay muchos visitantes, y eso que nosotros elegimos una época de temporada ultrabaja (noviembre), no quiero ni saber lo que se puede juntar ahí en época de vacaciones. Pero es normal. El sitio es un lugar único , un espacio importante que todo habitante del planeta debería visitar para darse cuenta de que, en este mundo, todo es posible. La localidad en la que está ubicado es Osvieçim (que los alemanes renombraron Auschwitz) que parece ajena y distante a lo que tan cerca se encuentra. Un viejo hotel de diseño ruso abandonado nos muestra que el espacio ya ha sido visitado por muchas personas desde hace décadas.
Dicen que en el complejo de Auschwitz asesinaron entre 1,5 y 2 millones de personas. Ese peso enorme y tremendo acompaña en la visita. Los que allí entramos lo recorrimos con respeto.
Te recibe la zona de taquillas con alguna tiendita donde sólo venden libros y dvds, nada más. Puedes encontrar multitud de publicaciones, pero en español solo un grupo de 5, no de gran interés.
El campo te recibe con la conocidísima puerta verja con la inscripción ARBEIT MACHT FREI (El trabajo hace libre), con esa "B" invertida, que el artesano colocó como protesta. El campo estuvo abierto desde mayo de 1940 hasta enero de 1945 cuando fue liberado por los soviéticos.
La visita comienza recorriendo las avenidas del antiguo cuartel del ejército polaco reconvertido en lugar tan infame. Las dobles verjas electrificadas, la estructura de ladrillos austera y muy bien conservada, todo invita al paseo en silencio.
Uno de los primeros espacios que se ven es el rincón donde se ubicaba la banda de música que recibía a los prisioneros. Todo un ardid tremebundo nazi intentando calmar y tranquilizar a los que allí llegaban. Hay un poste explicativo.
Luego la visita prosigue hacia un espacio devastador. Uno de los bloques ha sido adecuado como museo. En sus diversas salas pueden verse grandes cantidades de cosas que los gestores del campo trataban como basura ya que no tenían ningún interés crematístico para ellos. Existían enormes almacenes donde se depositaban cosas de valor, como el oro, joyas y objetos que llegaban en las maletas de los deportados. Pero todo el resto eran consideradas de deshecho y pudieron recuperarse (un lote) antes de ser destruidas. Hay una sala con una enorme cantidad de pelo humano que luego se utilizaba para hacer una especie de manta. Se ha comprobado que estas piezas tienen un elevado tanto por ciento de pelo humano en su contenido. Estremece el corazón ver esa sala (no se permite hacer fotografías), las gafas, los zapatos, las maletas con los nombres de las víctimas, las brochas, las cremas, los peines, las prótesis, las vajillas.... es una visita terrible la de este bloque. En ella también se pueden encontrar fotografías explicativas y algunos textos y frases.
Tras este primer museo, se visita un bloque donde puede apreciarse las condiciones terribles en las que vivían los prisioneros. Dormían encima de la paja y sus posibilidades de higiene y cobijo eran terribles. Se puede ver esos habitáculos. También fotografías de buena parte de los que por allí pasaron. Tras ello se visita el terrible Bloque 11, un lugar donde se realizaban juicios rápidos (una auténtica parodia) en la que, casi en su totalidad, los prisioneros salían condenados a muerte. En el patio existente al lado del bloque es donde se fusilaban y torturaban a los condenados. En dicho muro se fusilaron a unas 20.000 personas.
Avanzamos en nuestra visita y llegamos hasta la zona donde formaban los prisioneros. Una avenida en el centro del campo donde pasaban interminables horas mientras los SS contaban y recontaban las filas. Podían llegar a estar 15 o 16 horas en formación en condiciones terribles. En ese mismo espacio todavía se conserva el patíbulo comunal, una simple viga sobre tres piezas donde se ahorcaba en grupo para ejemplo del resto de deportados.
Para mi, la parte más intensa y difícil de describir de la visita es cuando se entra en la zona de la cámara de gas y en los hornos que han podido conservar y reconstruir. La sensación es terrible. El ser consciente de lo que allí se realizó, ver el espacio conservado de esa manera tan perfectamente decadente, las texturas, piezas y tonalidades le confieren a este lugar un áurea maligna, de infinita tristeza. Pueden verse los huecos en el techo por donde se vertía el Zyclon5, el elemento mineral que se utilizaba como veneno. En el Bloque 11 se hicieron las primeras pruebas de gaseo en la zona de celdas, fueron unos centenares de rusos los que sufrieron las primeras intentonas provocando sufrimientos, a veces, de hasta 24 horas. En esta cámara las personas duraban unos 10 minutos. Se les engañaba al ser recibidos por comandos formados por los propios prisioneros que incluso les recordaban la percha donde habían dejado la ropa. Les transmitían que iban a ser duchados por higiene.
Tras este terrible espacio, ya casi en la salida, se puede ver en la lejanía la mansión que utilizó como residencia Rudolf Hooes. Éste tipo fue juzgado en Nuremberg y sentenciado a muerte. Fue ahorcado enfrente mismo de los crematorios y su cadalso se presenta equidistante entre su casa y el espacio donde se asesinaba a los prisioneros.
Tras este último espacio se coge un autobús que te lleva al campo 2. Lo dejo para otro día.