Terrible todo lo que está pasando en países como Siria, Egipto, Libia. Desastrosas las pérdidas humanas, de recursos, de posibilidades en una zona que interesa, claramente, desestabilizar y cambiar de manos. Es lo que hay. Terrible lo que está ocurriendo en Alepo, ciudad Siria con 4000 años de historia, cuna de civilizaciones, de arte, de culturas y creaciones.
Doloroso al máximo lo que está ocurriendo en EL CAIRO. Ciudad brutal, vital, caótica, sucia pero llena de vida, de historia, de historias y de encuentros. Experiencia única e inolvidable su visita y el introducirse un poco en sus gentes, desde los extraños Coptos a las humildes barriadas llenas de problemas. Desastroso lo que ha pasado con la desaparición de piezas del Museo Egipcio, un espacio diseñado y en condiciones de un museo de los años 20 del siglo XX pero con una colección de piezas de tal calibre que no se ni adjetivar.
Pero el desastre producido en el Museo de Arte Islámico de Cairo ya es una périda de legado de alto calibre. Reabierto hace poco tras años de costosa renovación, contenía la colección de arte islámico más antigua y valiosa del mundo. Tras el asalto a el Museo Egipcio y robo de casi 60 piezas, tras el asalto al Museo de Malaui al sur de Egipto y el destrozo de piezas egipcias, griegas y de antiguos califatos, sólo queda mirar en la televisión como, uno de los lugares más importantes de la historia del hombre, cuna de civiliaciones, patrimonio histórico inabordable y fantástico, se desmorona día a día y lo que tantos recursos y esfuerzos se logró hacer cae en segundos víctima del sinsentido.
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