Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que Francisco Ibáñez venía a Zaragoza, pues he adquirido este estupendo tomo introductorio, que no enciclopédico, de el amplio abanico de personajes del maestro catalán.
60 años de oficio dan para mucho, y siempre se descubren cosas interesantes y algunos porqués. Salen excelentes personajes, algunos de ellos desconocidos para mi, y me ha gustado especialmente las anécdotas que se narran.
Desconocía porqué" la relación entre los Trapisonda era fraternal y no de pareja. Por lo visto así fue inicialmente, pero un decreto de 1955 que decía "toda desviación del humorismo hacia la ridiculización de la autoridad de los padres, de la santidad de la familia y del hogar" afectó a las revistas infantiles, y como Pancracio es un jodido desastre pues la editorial reconvirtió su papel al de tío de los chavales y hermano caos, evitando ser referido como una patética figura paterna.
Sólo tres páginas, ni una más, esa es la cortísima trayectoria del Escudero Bartolo.... una especie de Sancho Panza ¡¡¡¡EN VESPA!!! (por Dios que prodigio) que, como continua ocupación se dedica a intentar refrescar a su señor caballero, achicharrado continuamente por el sol hispano. Obviamente en las tres aventuras acaba cocido vivo, sublime. Bartolo pasa inmediatamente al Olimpo de las maravillas.
También tienen un profuso espacio GODOFREDO Y PASCUALINO "viven del deporte fino", que junto "Ande ríase usted con el Arca de Noé" son dos series de corta vida pero que siempre me parecieron prodigiosas. Godofredo y Pascualino, a mi entender, destacan por los carteles publicitarios que salen sin parar en muchas de las viñetas, con chistes maravillosos relacionados con el deporte, hilarantes, surrealistas y muy de Ibáñez.
Ya he reseñado alguna vez como la censura se cargó al gran inventor de monstruos que habitaba en el 2º derecha de 13 Rue del Percebe. "Sólo Dios podía crear vida" fue el argumento para eliminar a una pieza clave del vecindario loco. Una pena, porque sus monstruos, bizarradas, engendros y creaciones disparatadas no supieron ser entendidas por los cegatos de entonces, siendo sustituido por un muy querido sastre, siempre metódico y ciertamente torpe.... pero mi preferido siempre el sinvergüenza del ático (parodia de Vázquez) y este inventor maravilloso.
Otra divertida anécdota que narra el libro es el gran revuelo que se montó en la redacción de Bruguera con las primeras páginas de El Botones Sacarino. Por lo visto Ibáñez puso al director del Botones el semblante del mandamás de Bruguera, Rafael González. Obviamente hicieron al autor cambiar la efigie del personaje.
Muy divertido el origen de Rompetechos. Por lo visto el dueño de Bruguera vio una película de un piloto que así se llamaba y obligó a Ibáñez a crear un personaje con ese nombre, pero el autor cambió completamente el concepto. La película era "Quax, el piloto rompetechos" de 1941.
Preciosos y queridos los olvidados personajes Don Pedrito, Kinito y Pepsi-Man, que aparecen con bonitas páginas, algunas de ellas nunca vistas. Creaciones como Felisa y Colás, Cabeza de Ajo, Policarpo o el maravilloso Sheriff de Porra City, apenas tuvieron una sola aparición, lástima porque son excelentes.
La verdad es que bucear en el universo de Francisco Ibáñez es disfrutar y no parar. Todo un lujo que a sus 78 años siga desplazándose de ciudad en ciudad, sacando albumes, dedicando, de manera ejemplar, educada y cariñosa, tiempo, bromas y sonrisas, además de preciosas dedicatorias, a los fans que seguimos yendo a sus presentaciones. Hoy, unos cientos hacíamos fila, merecida sin duda.
Francisco Ibáñez es nuestro Hergé, nuestro Uderzo, nuestro Quino, nuestro Crumb y también nuestro Disney, pero con un par de particularidades; su bestial capacidad de trabajo, sin parangón en todo el planeta y su enoooorme mérito al haber enganchado a varias generaciones de europeos que leemos y releemos sus historias con lágrimas en los ojos, no de pena, sino de risa sin fin.
