Paseando por las calles de Santiago de Cuba, deliciosa ciudad llena de gente amable, me encontré al lado de un edificio ocupado en su momento por una Logia. Algo más allá una cosa con un excelente pórtico de columnas tenía unos humildes carteles de "Compro", raros en la ciudad, nadie compra nada, y menos cosas de coleccionismo.
Accedí a la casa y me recibió una amable señora. Su hijo, Michel, un tipo super amable, colecciona monedas y objetos desde niño. Me enseñó su colección de medallas policiales, objetos militares, libros y otras delicias. Tema aparte todas las maravillas que tenía de publicidad, todas ellas prerrevolucionarias y de marcas muy conocidas y valiosas. Os pongo unas fotos y, desde aquí, aunque no tiene ni internet, ni mail ni sabe lo que es un blog, un abrazo muy fuerte a Michel, un tipo culto, sabio y con un gusto excelente.
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