Un paseo maravilloso es ir hasta un soberbio puente para el tren que hay a unos kilómetros del pueblo, a través de plantaciones de té, jardines, gente sencilla trabajando, y una naturaleza sorprendente. Al llegar hasta el maravilloso puente me ha dado la sensación de estar ante una maqueta perfecta de Ibertren, de esas que sólo saben hacer los británicos, je. Hemos estado pacientemente mirando el paisaje hasta la llegada de un perfecto tren mixto de mercancías, combustible y pasajeros, ni hecho a posta. Tras ver que los paisanos andaban por la vía como si fuera un camino hemos hecho lo mismo, un par de kilómetros por las vías del tren hasta volver a la aldea. He hecho como cuando era un chaval, he puesto una moneda en el raíl y la vieja máquina la ha convertido en una lámina inolvidable.
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