Un enorme honor contar con un original de un maestro de la Escuela Bruguera tan escurridizo como Alfons Figueras, admirado artista por éste que escribe.
Figueras, en mi opinión, es el artista "arriesgado" de Bruguera, aquel que muchos no entendían pero todos admiraban por su gran talento, enorme estilo, dinamismo insuperable, toques de surrealismo venidos de los lejanos Estados Unidos, gran influencia de Herrimann (Krazy Kat) o Dirks (The Katzenjammer Kids).
Es de la generación de maestros del 57, con Ibáñez, Vázquez o el mismo Raf. Soy un enorme admirador de sus creaciones de los 60, como Cine Locuras, Topolino, Aspirino y Colodión o Don Terrible Buñuelos.
Su estilo es maravilloso, mágico a veces, surrealista siempre, heredado de aquellos paisajes marcianos de Herrimann. Delicia en trazo a pluma (una gozada verlo con cuentahilos), maestría en el manejo (apenas se ven correcciones pese a lo sutil del dibujo), milimétrico en el diseño, expresivo desde la sencillez. Este original es una joya para mi, ya que incluye a tres de sus mejores personajes, Topolino (el último héroe), Colodión y el Sargento Adolfo, que no da de sí frente a tanta locura.
Adoro la Escuela Bruguera. Fue el gran Terenci Moix quien atesoró la denominación que engloba a unos artistas, trabajadores, humildes, talentosos.... que trabajaban a página pagada, que no eran propietarios de sus personajes, que se rompieron la espalda frente a un tablero y que, por supuesto, están en el corazón de millones de españoles que disfrutamos de sus maravillosos personajes y ese talento que viene de la humildad, el trabajo duro y el menos es más.
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