La ciudad no tiene piedad con esos edificios amables de carácter campestre, a veces hasta palaciego, que se encuentran en algunas calles cercanas a Paseo Ruiseñores y el Parque Grande y que le dan a la ciudad y sus calles un toque artístico superior, con personalidad. Siempre me gustó este sencillo edificio de principios de siglo de la calle la Luz, con ese alero tan aragonés, el buen uso del ladrillo en el portal y su tamaño humano. Hoy sólo es ruina. Menos mal que google maps ayuda a obtener imágenes que pronto no existirán.
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