Sintra es famosa por sus construcciones románticas. En esta localidad, llena de emociones y fantasías, ricos personajes se construyeron edificaciones poco prácticas cercanas al esoterismo, el juego y la fantasía. Tristemente se han convertido en masivos centros de turistas y es difícil, por no decir imposible, disfrutar de un paseo tranquilo y pausado. Los humanos convertimos los lugares bellos en infiernos de hormigas.
El Palacio de la Pena, además de excesivo, y en mi opinión, de cuestionable atractivo, es un infierno para viajeros. Filas inmensas en una experiencia olvidable. El Palacio Real de Sintra sí que es "de verdad", lleno de historia y texturas honestas... la Quinta de Regaleira es un ejercicio romántico digno de un Emir de otro siglo... todo un universo contenido en una finca. Dentro de todo este caos y exceso sí que me pareció interesante observar los trabajos de restauración que se esteban realizando.
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