POE Y LOS BUITRES

Hoy he vivido en el rastro una experiencia que me recordaba aquellos viejos documentales en los que el ñu de turno, la gacela Thomson o la cebra de rigor, caían derribados por un felino de calado y, tras quedar saciado, una legión de buitres se lanzaban en batalla fraticida a por los restos del animal.

Pasaba esta mañana por uno de los "pasillos" del rastro Expo cuando un grupo de chavales no mayores de 16 años se han plantado, de forma guerrillera, con una decena de cajas llenas de libros de mucha calidad, nuevos, de ilustración, muy pops, de valor, con varias propuestas low-brow. Yo pasaba por ahí.

De repente, un batallón de personas se han lanzado a muerte a por el lote. Uno de ellos, el buitre más poderoso ha decidido quedarse con el 90% de las cajas, ha marcado territorio, sacudido picotazos y graznado a cuanto pájaro aventurero osara arrancar algo de carne del cadáver literario.

Ha sido impresionante, la puja, el pulso, las miradas y las actitudes. Personas agarrando libros en sus brazos como si fueran alimentos lanzados por un avión en Gaza, me he quedado estupefacto. Se han llevado todos los libros, pero extrañamente no han querido el de Poe, que es una maravilla. Bueno, este viejo halcón, cuando la legión de carroñeros ya ha despejado el lugar del sacrificio, sin empujones, se ha bajado de la atalaya desde donde se admiraba el espectáculo y ha podido alcanzar el libro del de Baltimore.