Uno de los lugares que sí o sí quería visitar en Copenhague son los famosos Jardines de Tivoli. Tuvimos las suerte de alojarnos muy cerquita de ellos, así que pusimos visitarlos un día entero con los chavales y pasar por delante de ellos varias veces. La entrada es muy barata pero merece la pena comprarse la pulsera "all complet" porque sino pagar las atracciones de manera individualizada sale carísimo.
Abiertos en 1843, es el segundo parque de atracciones más antiguo de Dinamarca, después del Bakken (maraviloso y decadente espacio que no pude visitar). En aquella época el Tívoli tuvo un éxito impresionante ya que la ciudad tenía 120.000 habitantes, muchísimo para la época.
El nombre proviene de la ciudad Tívoli en Italia y se nombraron así en honor de los Jardines del Tívoli de París. En 1944 los nazis quemaron buen número de los edificios del complejo intentando eliminar referencias culturales danesas. Es un lugar bonito, limpio y que mezcla atracciones familiares (20) como la preciosa de Los Cuentos de Andersen, bonitos autómatas, un acuario agradable, con otras atracciones locas (10) como el impresionante carrusel a altura imposible. Todo ello mezclado con actuaciones en vivo prodigiosas, como una big band sensacional, un teatro decimonónico delicioso o música jazz de calidad. Cenamos en el barco pirata, los chavales fliparon cenando a bordo, gorro pirata en ristre y cañón en tobillo.
Uno de los lugares más queridos de daneses y suecos, este más que bello Tívoli.
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