Parece que la iconografía religiosa se va adaptando, como no podía ser de otra manera, a los tiempos que corren. Este santillio con vespa y casco en mano es una demostración que la protección no ocupa tiempo ni lugar. Pronto espero ver un santo reciclado y protector de las redes sociales, el botellón, el surf o las bajas de barrancos.
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