Bergman no es plato para paladares ociosos y ávidos de diversión fácil. Sus películas son profundas, y esta en concreto, es un drama peliagudo entre una hija carente del amor de su madre y una madre, veterana concertista que ha dedicado su vida a su carrera, olvidándose de sus dos hijas, una de ellas con un grave problema físico. Escenas muy duras, interpretaciones soberbias a mi entender, arriesgados primeros planos, tan bergmanianos pero que, tanto Liv Ullmann como una indescriptible Ingrid Bergman resuelven con emoción desbordante, con medida y absoluta credibilidad. Un disfrute para los amantes de este tipo de cine, entre los que me incluyo, una pieza que siempre se me había escapado.
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