Me da mucha pena, me encantaba este comercio. Un día entré a hablar con la señora que atendía el mostrador, era la heredera familiar del asunto, me contó como su padre, un hombre con sensibilidad, se hacía sus propios rótulos y cuidaba el comercio para que tuviera ese toque tan humano, cercano y tradicional. Ya está en liquidación y nada queda dentro. Los bonitos rótulos hechos a manos agonizan (lo que queda de ellos) y pronto será un recuerdo fotográfico más del maltrecho parque comercial de nuestra querida Zaragoza.
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