Todo el mundo me decía que Albacete era una ciudad muy poco interesante. Es falso, es una ciudad muy valiosa y sus gentes estupendas. Cierto es que la destrucción patrimonial de la urbe es de enorme envergadura. Por su situación estratégica fue la sede de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil, lo que le supuso cruentos y abundantes bombardeos que la dañaron gravemente. Sus subterráneos mantienen escondidos abundantes búnkeres y refugios, ninguno de ellos visitable, ni siquiera el de la Plaza del Altozano, lleno de humedades y filtraciones. Las tropas napoleónicas tampoco fueron piadosas con la ciudad, la saquearon en diversos momentos.
Por si fuera poco, el desarrollismo franquista y unos políticos de pandereta han destrozado y eliminado innumerables inmuebles de alto valor, sobre todo de principios del Siglo XX, haciendo de la ciudad un pastiche complejo de entender, que alterna joyas modernistas repintadas, con infames edificios de los 60-70, pobres casas de vecinos con ricos enclaves llenos de valor.
Es muy destacable el Pasaje Lodares, no por sus comercios, con ningún valor histórico menos una curiosa cuchillería, pero sí por robusta arquitectura, su riqueza ornamental y su más que buen gusto estructural... quizás, con el de Valladolid, el más bello de España.
Comí en el viejo casino, muy bien y muy barato. Una bonita sensación de vuelta a los 80. Me gustó mucho el grupo de camareros, jóvenes pero antiguos, con un trato caballeroso y sumamente amable, y un porte y una manera de actuar digna de los años 40, toda una sensación pese a ser treintañeros.
En el tren conocí a todo un personaje de la ciudad, Cinabrio Quijano, vestido completamente de rojo. Le pregunté por sus zapatos y me contó casi su vida completa. Estalinista, excéntrico y divertido. En media hora de conversación no dejó títere con cabeza, vaya individuo!... eso sí, nos reímos a rabiar y estuvo encantador.
Visiten Albacete, es una ciudad interesante, y las gentes estupendas.
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