Corrían los 90 y las editoriales andaban al borde de la quiebra. Tanto Marvel como DC urdían extrañas estrategias para levantar las ventas porque la crisis era completa y el siguiente paso era la desaparición. Tramas extrañas y brincos en el aire.
Quizás uno de los más potentes fue la muerte de Superman. Un cómic retractilado y cerrado a cal y canto con el emblema del mito, para que nadie pudiera echar un vistazo al interior y, de regalo, esta bonita chapa conmemorativa.
Casi un cuarto de siglo después, obviamente, Clark Kent sigue entre nosotros, raro, pero sigue.
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