Me paseo, cuando puedo, por los moribundos mercados de barrio, ubicados en pasadizos comerciales de interior. Estos recintos sigune en lenta agonía, algunos, excecpionales, se recuperan, la gran mayoría van cayendo por relevo generacional y por concepto.
Siempre se encuentra algún rótulo gracioso, como éstos del Mercado de la Calle Santa Teresa, en Zaragoza.
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