La Gran Belleza es una de mis películas de cabecera, una de las pocas que suelo ver una vez al año desde el momento de su estreno. También coincide, asombrosamente, con ser la última película que vi en el clausurado Cinema Elíseos, que ahora tristemente se reconvierte en un burguer.
En ese magistral filme hay una escena de apertura, que mezcla la extrema belleza de la cinta con un sorprendente momento trágico, todo ello mezclado con un inolvidable soporte musical. Es una escena que ya te pone en guardia y dice; aquí hay algo diferente.
Hace un par de semanas me propuese acercarme a esta poco visitada fuente también llamada Fontana del Gianicolo. Ubicada en una zona alta de la ciudad, a espaldas del Trastévere y muy cerca de la Embajada Española que esconde, en su interior, el tremendo tesoro de Bramante que es San Pietro in Montorio.
Su nombre proviene de su impulsor, el Papa Paolo V y es el punto final de un acueducto que suministra agua fresca al barrio del Trastévere, el Vaticano y la Via Giuilia. Realizada a principios del siglo XVII por Fontana y Ponzio. En su frontal, entre los arcos, pueden observarse soberbias columnas romanas extraídas del otro lado del río, del propio Foro. Sobria, elegante, ubicada en un lugar primoroso, con una luz más que especial al atardecer. Desde un mirador aledaño puede divisarse una estupenda vista de la ciudad. Inspiró la Fontana di Trevi. Esta maravilla permanece oscura y ajena a las visitas de turistas y puede observarse con toda la tranquilidad y la belleza que merece mientras toda la gente se dirige a su hija glamourosa.
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