Hacía mucho tiempo que no iba a mi querido mercadillo de San Antonio de Barcelona, quízás uno de los mercadillos en los que más feliz he sido y más a gusto me encuentro. Tras la remodelación del Mercado y tras la pandemia lo han montado de una forma inteligente y accesible, manteniendo el sentido de las agujas del reloj.
Los años pasan y se echa de menos a algunos vendedores a los que seguramente nunca volveré a ver. Me he encontrado con tres de ellos, con 80 años, al pie del cañón, nos hemos saludado cariñosamente. Son los que siguen llevando cada fin de semana los Dumbos, los Olés y los álbumes de cromos de los 70 de fútbol. En la actualidad el manga y los nuevos productos copan las mesas, también los libros, pero se siguen manteniendo un abanico de puestos de alta calidad. He pasado unas horas deliciosas, charlando con Jordi, Manel, Pere y Doña Rosa, comprando cuatro cosas y disfrutando con un infante. San Antonio es maravilloso, por muchos años.
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