A mediados de los 70 estuve un par de veces en el Hotel Astoria, una en un viaje con mi padre y otra toda la familia. Está ubicado en una calle estupenda, la Calle París. Recuerdo perfectamente su tono señorial pero recogido y cercano, con texturas de otro tiempo, salas de juego, mármol, maderas y luz que evocaba los años 60.
Estos días he querido recrear aquellos momentos y la verdad es que ha sido una experiencia inolvidable. El hotel sigue igual, con toda su calidez y su diseño de otro momento. La atención es cercana, amabilísima, casi familiar en pleno centro de la ciudad. Tiene sus carencias, como no podía ser de otra manera y tras casi 18 meses cerrado por la pandemia, pero he disfrutado muchísimo. Su propietario es un enorme coleccionista de Opisso y en varias zonas de su planta baja pueden admirarse más de 250 obras del gran autor catalán.
En la esquina con la calle Granados estaba en su momento (ya desaparecida) la tienda TBO. Recuerdo que, en 1976, compré en esa tienda el Don Miki número 1 que acababa de salir. Un viaje en el tiempo llena de buenas sensaciones y recuerdos que no se deben perder.
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