lunes, 5 de abril de 2010

La Plaza de Tiananmen y la imposibilidad de ver a Mao




La gente de los pueblos y zonas rurales chinas tienen dos visitas marcadas a fuego en su calendario, visitar la tumba de Mao y la Ciudad Prohibida. Mao es una figura inconmensurable en China, y la curiosidad por ver cómo vivía el Emperador les encanta.

La plaza de Tiananmen es enorme, fría y desangelada, de 1 km de largo por 500 m de ancho, tiene varias cosas como el Museo Nacional, en remodelación, el mausoleo de Mao, con un Mao algo descascarillado, filas de miles de chinos y la puerta de Tiananmen con el eterno retrato.

En los años 50 Mao arrasó varios barrios para construir este desaguisado, lugar donde se han realizado abundantes protestas y reclamaciones, sobe todo de intelectuales y estudiantes, con poco resultado. El retrato del jefe comunista de 6 m de alto domina el paisaje. Soldados escoltan los edificios y lugares, el Gran Salón del Pueblo, las banderas y columnatas

Nos pusimos a la fila para poder entrar a ver a Mao, fue imposible. Una fila de miles, y digo miles de chinos, colándose, adelantándose, empujando, gritando y corriendo en momentos lo convirtió en complejo, pero el motivo final fue que nos obligaban a dejar nuestra mochila y cámara en unos irrisorios montoncillos de bolsas y maletas, vigilados por un colega de cero confianza. Gritos de los policías, megáfonos y órdenes de los que organizaban las filas te daban una sensación de campo de concentración nada agradable.... los chinos te miran como diciendo "que coño hacen estos aquí'".... así que los dejamos allí, entre gritos, pirulas, carreras y empujones.

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