Zaragoza, nuestra querida ciudad, fue durante mucho tiempo una lugar de "militares y curas". El poderoso seminario, los potentes cuarteles de milicias, la Academia General Militar fundada por Franco, más tarde la Base Americana... todo ello le daba un tono tibio a la urbe. Con semejante despliegue necesario se terciaba un hospital militar en condiciones, sobre todo para la gente con estrellas en la solapa. Si por algo se caracteriza el ejército es por el pulcro cuidado de sus instalaciones. Disponiendo de un enorme número de esclavos haciendo la mili (como servidor), cuarteles y dependencias lucían lustrosas y brillantes. Si, además, están diseñadas con cierta gracia, como este edificio, el resultado es un viaje en el tiempo.
Pese a los impresentables carteles con celo, y alguna perrería más, el Hospital Militar luce limpio y aseado... silencioso, apagado quizás, muy tranquilo, pero aún con el corazón latiente. Poco a poco van entrando los civiles y acabará, o bajo la piqueta, o dentro del Salud, no queda otra.
Aún se conservan cosas interesantes, ahí van unas fotos.
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