Villagarcía de Arousa está en un lugar mágico, goza de playa y de historia. Pegadito a la ciudad se encuentra Carril, otro lugar estupendo donde se come de maravilla, enclave donde la Navy británica dejó huella.
Pero la ciudad no ha sido cariñosa consigo misma, sus regentes no han sabido mantener el tono, como en Pontevedra u otras ciudades. La destrucción patrimonial ha sido devastadora, y ni el deteriorado casco antiguo (inexistente) apenas alberga una decena de inmuebles valiosos.
Tiene el dudoso honor de aparecer varias veces en la Lista Roja del Patrimonio que elabora Hispania Nostra, y tras visitarla diría que son de los campeones en derribo histórico de Galicia.
Me dio mucha pena encontrarme varios edificios del XIX y alguna pieza curiosa, como la de la foto, que será derribada de inmediato para la construcción de penosos inmuebles de pisos. Y al final son las personas, sus alcaldes y corporaciones, su sensibilidad hacia la historia y belleza de sus ciudades, o su flexibilidad ante el mamoneo inmobiliario y el enriquecimiento rápido los que convierten un enclave excelente en una triste y vulgar ciudad portuaria.
Todo el mundo me decía que no merecía la pena ir, ya lo creo que sí, para aprender lo que nunca hay que hacer.
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