Para los amantes del cine de historia, esta cinta es muy interesante, más que nada por ciertos elementos (ciertos o no) que se descubren sobre esos momentos terribles a los que se enfrentaba el Reino Unido cuando Francia se encontraba al borde de la capitulación y las tropas estaban encerradas en la ratonera de Dunkerque.
El camaleón Oldman hace de las suyas con Churchill y hay que reconocerle un mérito maravilloso, extraordinario en la versión original. Me gusta mucho el papel del Rey, dubitativo, oscilante, y de los difíciles equilibrios políticos. La escena del metro y la visita al real al deleznable habitáculo del primer ministro son escenas memorables. Al final, el destino de millones de personas y del planeta depende de un sólo hombre, de una decisión y de un momento.... la película dramatiza todo esto y le da el tono de entretenimiento que necesita, pero te hace reflexionar sobre la enorme presión que recae a veces en ciertos individuos que tienen en sus manos que el destino de millones de personas tome un curso u otro.
Vista con la facilidad de la perspectiva, la decisión de Winston Churchill fue la acertada, pero la peli te empuja a reflexionar sobre lo natural que hubiera sido tomar el camino fácil, la negociación, que sin duda, les hubiera llevado a ser una provincia del III Reich.
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