Leo con dolor la desaparición de dos espacios barceloneses que nunca deberían haber sido derribados. Lo que está ocurriendo en la gran ciudad catalana es claro síntoma de su decadencia y pérdida de seny y esencia. El derribo de la Torre Paula Canalejo o la conversión de Can Pitarra en un bar irlandés, ya cerrado, se une a desastres como la destrucción, en su tiempo, de obras magnas como Casa Trinxet.
Durante estos últimos tiempos hemos visto desaparecer, debido al cambio de “habitantes por visitantes”, a gran parte del maravilloso patrimonio comercial de la ciudad, que era sublime.
(Las fotografías son de diversos medios de comunicación)
No hay comentarios:
Publicar un comentario