Me maldigo a mi mismo por no haber visto esta pelicula donde merece y corresponde, una buena sala de cine. Siento devoción por Wes Anderson, sus banquetes visuales de simetría y diseño, con historias creativas llenas de diferenciación como pilares de su narración me resultan fascinantes.
Es como vivir dos horas dentro de un cómic fabuloso, lleno de detalles de conexiones inspiradoras, sublime. Lo han puesto a parir con esta peli los críticos "clásicos"... me da igual. La cinta me parece un trabajo inmenso, excesivo por momentos, barroco y elegante.... tremebundo. La emoción viene de aquí y allá, como una enorme exposición del Louvre, de viñeta en viñeta.... el color, la música, el diseño, los diálogos, las texturas, las alternancias, los guiños.... muchísima información para ser digerida a la vez.
La cinta es un homenaje a Tati, claramante. Pero el maestro francés, clara influencia de Anderson, sabedor de que, a veces, no es fácil digerir ciertos ejercicios cinematográficos por el gran público, casi obviaba los diálogos, basando su obra en el relato imagen, los sonidos y la música.... y su soberbia presencia.
Anderson, además, incluye rápidos y tremendos diálogos, forzando a tu cerebro a trabajar intensamente en un agotador ejercicio de sensaciones de "me pierdo cosas".... quizás debería hacer menos... pero no seré yo quien lo diga.
He disfrutado cada minuto de cinta, de sus actores, de Benicio del Toro, genial, de ese prodigioso Nescaffier o de esos gendarmes locos.... del brutal bar amarillo de los 60, de los Renaults, del color, del blanco y negro, de la música, de todo el universo Anderson. Es una producción muy sofisticada, con un trabajo impresionante, casi apabullante, con unos recursos casi infinitos.
Ojalá Anderson viva muchos años y haga mucho cine, será parte de la enciclopedia del mejor del siglo XXI, pese a los críticos que lo tachan de vacío, simplón, envoltorio, packaging.... han leído pocos tebeos me temo, a mi me flipa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario