"Todo está iluminado" es una maravillosa película de 2005 de Liev Schreiber, una de mis cintas preferidas que veo con asiduidad, no me canso de ella, todo lo contrario.
Esta película me ayudó, con sus matices, a acercarme a un país que me fascina y que tenía en agenda conocer en 2020, Ucrania. Un lugar donde se juntan muchas cosas, la belleza, lo bizarro, el dolor, la mezcla de la cultura occidental con la oriental, historias tremebundas del siglo XX, mucha miseria pero también un gran futuro. En el relato, un judío norteamericano sigue la pista de sus ancestros hasta el gran país, en un recorrido inolvidable, como el país, fascinante, divertido y también dramático.
La peli, junto con otros muchos documentos y algunas gentes ucranianas que uno ha ido conociendo por el camino, despertaron en mi un enorme interés por este lugar. Kiev, Odessa y más espacios que forman parte de la historia del cine.
Hoy, todo eso se ha oscurecido. Un oligarca del siglo XIX que por desgracia vive junto a nosotros en el siglo XXI ha decidido oscurecer, bajo sus testosterónico, fascista y totalitario puño, a este país que buscaba un camino propio más cerca de sociedades actuales que de lo peor de la Rusia zarista y, por supuesto, comunista.
Imagino lo que ha tenido que ser para los habitantes de Ucrania, tras decenios ininterrumpidos de dolor, y ahora que parece que todos asomamos la cabeza tras millones de muertos por la pandemia (seres queridos, conocidos, vecinos), esta intolerable invasión. Espero que el tiempo y la razón pongan las cosas en si sitio, aunque en algunos lugares, decenios después, ni el tiempo ni la razón ha podido con algunos.
No suelo hablar de estos temas en este espacio, dedicados a cosas más bonitas, pero me vale recomendaros una vez más esta película para que podáis ver toda la extraña y personal belleza de este enorme, rico y ahora invadido país.
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