Bond Beach era un lugar único en la Costa Dorada. Ubicado en el casco antiguo de Altafulla, atesoraba el sentido y la esencia de los mejores años 60. Miguel, su dueño, siempre se portó con nosotros de una manera magnífica. Respetuoso con la tranquilidad, con el buen karma, discos de Pink Floyd, Hendrix, mientras te dabas un baño en la piscina o disfrutabas de una clara con aceitunas y patatas fritas. Si habías reservado para que te hiciera una hamburguesa a la brasa ya el acabóse.
El lugar tenía la decoración de los 60, fuera de tiempo, lugar y de las torpes tendencias actuales. Un lugar mítico que echaremos mucho de menos. Desde este espacio un cariñoso recuerdo a un lugar de culto y a una persona que, tras muchos años y mucho buen sentido, nos ha dejado un excelente sabor de boca.
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