martes, 2 de julio de 2013

Bahía de Ha-Long (Vietnam), un lugar único en el planeta

Hay lugares en el globo que son únicos y especiales, como Macho Pichu, el primer visionado de Manhattan, el Pan de Azúcar en Río y otros muchos.... la Bahía de Ha-Long es uno de ellos. Pasamos una noche de barco en este espacio natural formidable. Tienes que pasar por la piedra y entrar en el "sistema", eso quiere decir que hay una industria no poderosa pero si con futuro que está monopolizando la explotación de este lugar. La construcción de un nuevo puerto y el haber pintado de blanco (por orden oficial sin sentido) los barcos (antes color madera) aportan artificiosidad a la experiencia, que no por ello deja de ser única y maravillosa. Fántástica la gente del barco, amables y estupendos. Un recuerdo al bueno de Han, un guía que iba con un grupo de personas que nos acompañaba en el barco. Formado en Cuba, amable e inteligente con el que compartí alguna conversación y ese humor tan especial y ácido que tenía el personaje. Hay unos cuantos especialistas formados en Cuba en el país vietnamita, todo dentro de una desfasada política de intercambio. Estas personas viajaban en tren hasta la extinta Unión Soviética para desde allí coger un barco hasta Cuba, donde sacaban el título pertinente. 

Ha-Long está situada al norte de Vietnam, en la provincia de Quang Ninh, en el Golfo de Tonkín. Contiene una enorme serie de islas que salen de manera abrupta del agua formando un paisaje único y cracterístico. Dichas islas aparecen cubiertas de frondosa vegetación y suenan ruidosas como si de una minijungla se tratara. Los monos, pájaro e insectos las pueblan. Ha-Long significa "Dragón descendente" y su nombre se retrotae a una leyenda que cuenta que su forma corresponde a la de un dragón que emerge y sumerge su cuerpo para defender a Vietnam de los chinos, gentes no muy apreciadas en el país. Visitas una cueva muy bonita y subes a un mirador que te permite tener una vista formidable de la bahía.... también te llevan a una playa artificial que han creado, sin mucho acierto ni glamour la verdad, para que los cuatro occidentales que pasamos por ahí nos demos un chapuzón. Mención aparte merece el anochecer en cubierta.... el color, la luz, el horizonte, la tranquilidad son un espectáculo único e inolvidable, si lo acompañas de una copa de buen vino ya ni cuento. Una experiencia únia y maravillosa, sumamemente recomendable pese al "turisteo pasa por el aro" que intentas olvidar, porque comopensa y mucho el lugar.










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