Hoy he vuelto al Rastro de Tarragona tras casi un año si visitarlo. Todos los años, desde hace unos diez, hago un par de visitas en agosto, es una delicia de lugar y las gentes y vendedores personas encantadoras. Ubicado en un lugar de privilegio, a los pies de la Catedral, entre las arcadas de la calle, es un rastro auténtico que rememora los rastros dominicales de toda la vida, y que da sana envidia, en nuestra ciudad la cosa ha cambiado.
Sabor amargo en mi boca, me he acordado mucho de un querido amigo, Felipe, con el que siempre compartía paseo, búsqueda y una caña con patatas fritas en la terraza aledaña. Felipe era un excelente amigo y mejor persona que nos abandonó en diciembre pasado.... ojear los puestos y buscar entre cachivaches sin su felina mirada no ha sido lo mismo, la ausencia de su inteligente conversación y su aprecio han hecho la experiencia diferente, dejémoslo ahí.
Por lo demás, lo dicho, un rastro maravilloso... buenos precios y objetos muy interesantes. He conseguido 2 o 3 piezas muy baratas y con mucho estilo, pequeñeces.
Bonita lata Repsol, con estilo, una preciosa colección (increíble que no se haya destruido) de azucarillos del Mundial 82, una hiperpoblada lata de minibotellas, una caja de ciclistas clásicos, un decantador de Ricard precioso (había dos), un bonito espejo con publicidad en el dorso, es un tipo de objeto que jamás había visto, un excelente coche de carreras italiano, con un hueco inferior para motor, el Milloncete Mosqueteros, la Pistola Monteplast de pelotas, una extraña, cutre y prehistórica consola de juegos para tv llamada TEMCO, y un par de piezas Matchbox que se han venido para casa, el KIII de Matchbox del 75 y el pequeño pero demoledor Turbo Fury 69 de 1973, pieza que llevaba tiempo buscando y que ya está instalada comodamente en la Carry Case de Matchbox.
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