Los norteamericanos tienen muy claro una cosa, se quiere lo que se conoce. Nada mejor que poner en valor todos los logros de una ciudad y de sus integrantes para que la autoestima de una comunidad suba y todo sea mejor.
El Museo de Historia de Chicago es una excelente oportunidad para conocer los porqués, los cómos y quienes fueron los hacedores. Deporte, cine, industria, juguetes, inventos, hitos, transformaciones, reformulaciones, los problemas y las formas de salir adelante. Me encanta Chicago, es New York pero sin turistas, es de verdad, con su decadencia por un lado, sus lagunas y desastres pero, por otro lado, con su grandeza, una ciudad de verdad. Mención aparte para uno de sus hijos predilectos, Abraham Lincoln, vecino de una localidad cercana. Tiene su espacio y homenaje, deliciosa esa estatua pensativa del exterior.
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