lunes, 4 de marzo de 2019

KISS (2/3/2019) UNITED CENTER, CHICAGO

A estas alturas de la película ver a KISS para este viejo fan es como ir a ver a unos familiares de otra ciudad, visita casi anual, son ya 17 encuentros con la banda. Pero la familia se hace mayor y dice que se retira, cosa harto improbable, el producto seguirá girando por los siglos de los siglos, pero sus patriarcas, Paul Stanley y Gene Simmons, terminarán el tour en 70 años y es cuestión de ir dándole mucho valor a estos encuentros con los viejos tíos norteamericanos.

El motivo de mi viaje a Chicago, además de conocer una ciudad que siempre me ha fascinado, era poder ver a KISS con todo. Hablamos de la tercera ciudad más importante de Estados Unidos y los de Nueva York no pueden salir con medianías, y así ha sido.

El Ringling Circus kissiano llega a la ciudad del viento con todos sus remolques, sin dejar ninguno en el bolsillo, con los fuegos de artificio, las atracciones y la magia al completo. 

Un frío espantoso me esperaba en el templo de los Chicago Bulls, filas repletas de familias, viejos fans y gentes de lo más normal y sencillo, todos ellos ataviados con camisetas, cazadoras o gorras de la banda, como si fueran al partido de basket de rigor. Un enclave, el United Center, absolutamente sideral, quizás uno de los mejores arenas cubiertos que he visto en mi vida, con Helsinki, Hamburgo y alguna ciudad más, pero los yankees para estas cosas van un paso más allá. Amabilidad absoluta, visibilidad perfecta donde te pongas, comodidad de asientos impecable, nadie de pié, todo el aforo sentado, y un llenazo absoluto que, con lento y parsimonioso goteo, fue llenando el aforo. 

Yo me senté puntual, pero la gente va a estos eventos a beber abundante cerveza, ponerse tibios de hamburguesas, patatas fritas y todo tipo de comida y pasar un rato desenfadado y feliz, es la cultura del entretenimiento y si te pierdes media canción por estar pidiendo una Coca Cola no pasa nada, otro universo en comparación con la intensidad rockera que conocemos. 

El merchandising muy caro. Las camisetas como siempre, muy americanas, poco finas y poco interesantes, pero vendieron miles. Sí que merece mucho la pena el tourbook que es francamente bonito ya que detalla todos los tours de la historia de KISS con decenas de fotos, pases, tickets y rarezas, es como una gran album de fotos. Una preciosa bolsa negra de esas que jamás veremos en Europa demuestra una vez más, que lo guay se lo dejan en los States.

La primera sorpresa fue el "telonero", un pintor rápido que, a ritmo de ACDC, Elton John y otras hierbas, improvisó cuadros de los dos primeros de forma impresionante, para acabar haciendo uno de KISS francamente chulo. Me pareció algo diferente y acertado. Antes de aguantar 45 minutos de una banda que nadie quiere escuchar mejor un entretenido show de un tipo la mar de divertido que lo hacía de matrícula de honor.

El stage de KISS se asomaba imponente, y a fe que cuando bajo la cortina clásica te deja patidifuso. Impresionante y ajustadísimo diseño, con esos ovnis octogonales que tanto juego dan, la pantalla octogonal de cierre y dos pantallas laterales con formato de emblema Kiss Army, bravo!. Leds, fuego, pólvora, kit completo. Salida de la banda con Detroit Rock City, gran sonido pero algo turbio y bajo, como es típico en los arenas yankees con público familiar y sensación de admiración ante el despliegue visual.

No voy a detallar el set-list, que es el de siempre, je, pero sí mi extrañeza con que mantengan canciones como Say Yeah!... pero bueno, ellos sabrán, fue acogida fríamente. Mi aplauso ante la vuelta al escenario de Dr.Love, Beth, 100.000 years, Let me go rock´n roll, Do you love me y una excelente Heavens on fire. 

Sorpresas muy cools como la snake de Simmons o el piano de Singer. Y respecto a los momentos individuales de los miembros de la banda, pues ya saben ustedes, Paul Stanley dijo Chicago unas cien veces, dirigió a su antojo el evento, cantó con bastante aplomo y calidad (a ver qué queda de él al final del tour), hizo lo de siempre (que lo hace muy bien) y no paró. Gene está mayor y algo orondo. Cantó como siempre, excelente, pero cada vez se mueve menos. Ya no vuela, je, lo suben en una plataforma, entendible para un septuagenario, se nota que la armadura pesa. Thayer como siempre, no es santo de mi devoción, pero el nuevo numerito del solo, con el ataque de los ovnis, es muy gracioso. Eric Singer estuvo excelente.... solo de batería muy bueno con una jugada nueva muy divertida, cantó estupendo y el momento Beth fue de lo mejor de la noche.

Nuevas gráficas en la pantalla, por fin renovaron el sobadísimo vídeo de War Machine y muy divertido Psycho Circus. Los juegos de luces, pelotas negras botantes entre el público y demás jarandazas son geniales y la gente se lo pasó bomba. Interesante ese tono blanco y negro en Black Diamond. Sobre las polémicas grúas de las que tanto se quejan Mötley Crúe como que han sido una copia de su show, pues qué decir, KISS las usan dos minutos, van tan sobrados de gadgets que casi hasta serían obviables..... KISS han inventado estas cosas, yo creo que son los Crüe y Nikki Sixx los que han acudido una y otra vez a la academia de Gene Simmons a intentar producir emociones en el público que sólo los enmascarados saben extraer, por oficio, seriedad y empaque visual.

Más de dos horas de diversión que se me pasaron volando y que corroborraron lo que me imaginaba... es en Estados Unidos donde esta banda lleva el kit completo y donde hay que verlos, si se puede... están en casa, saben a lo que va el público y los vuelven locos a efectos y sensaciones. Quería poder decir a mis nietos, si algún día tengo alguno, que vi a KISS en Estados Unidos, con todo y a por todas, y así ha sido.  Ahora espero que vengan a España a despedirse de las buenas gentes del país, estoy convencido que les llega para un último arrebato.

(Fotografía show de Chicago: Kissonline)


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