La verdad es que cuando las cosas salen mal, acaban peor. Es la palabra GAUDÍ la que atrae a la gente a ver este edificio extraño y propio de latitudes lejanas en Astorga, León, pero poca responsabilidad tiene el gran arquitecto de cómo ha acabado.
Su proyecto se inspiraba en sus estudios sobre el neogótico y el trabajo lo tuvo que hacer prácticamente a distancia (sólo 2 ó 3 visitas a Astorga) hasta que las obras se pararon más o menos en la mitad, y finalmente fue Ricardo García Querejeta, arquitecto del Cabildo de León el que lo acabó con dispar fortuna, provocando reacciones encontradas entre los espectadores.
El resultado es insólito, extraño, es como un pulpo en un garaje. Arruinado en la guerra, destrozado y vilipendiado, cuartel de artillería, sede de la Falange, fallida residencia del Obispo para acabar siendo, tras una inyección de cash, en el Museo del Camino.
2 comentarios:
Ay… hoy nos has dejado sin nuestra cucharada dominical de San Bruno (soy un yonqui de tus crónicas y fotos, ya lo sabes) pero esta entrada relativa a Astorga bien vale una misa. A mí, en todo caso, me sigue sorprendiendo la fascinación que en Barcelona ejerce la marca Gaudí en los turistas (aunque, lo reconozco, muchos pasean por los alrededores sin mayor interés que adquirir imanes de nevera a un euro). ¡Feliz arranque de septiembre, Antonio!
Gracias Sergio.... la verdad es que Gaudí siempre me ha generado emociones encontradas..... entiendo lo orgánico y lo valiente de algunas propuestas, son fascinantes, pero en otros espacios, generalmente no terminados ni gestionados por él, se usa la marca Gaudí pero no encuentras el espíritu. los turistas caen fascinados en Barcelona, porque es diferente a cualquier cosa vista en el mundo, incluso Prince tiene una portada de un disco delante del la Sagrada Familia, pero luego no profundizan, y se convierte, como tú dices, en imán de nevera.... un abrazo
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