Leo con enorme tristeza la muerte de Richard Corben, uno de los artistas gráficos que más me han influenciado personalmente, alguien que cambió las cosas, un gran creativo.
El norteamericano me voló la cabeza en los 80. Pasar de leer los tebeos de siempre, como mucho las incursiones en el cómic franco-belga y, encontrarse con aquellos 1984, Comix, Creepy y demás fue una sensación de entrar en un universo más adulto, más transgresor, más interesante. Había visto esas maravillosas historias internas de Creepy, nacidas del underground, pero intensas, dramáticas, toscas y nada correctas, con un transfondo cruel y duro, tremendas, diferentes.
Pero llegó el color, llegó el aerógrafo, el uso impresionante de la luz, las formas, la sensualidad, la sexualidad, el humor y el drama, lo sangriento y lo romántico... un Richard Corben de Den o de Mundo Mutante era algo que nunca, nunca había visto. Y empecé a dibujar e ilustrar como un loco intentando emular esas dobles iluminaciones, esas sombras y esas porporciones atléticas. Devoré una y otra vez sus tremendas novelas gráficas, nadie ha hecho algo igual.
El drama, el excepcional uso de la paleta de colores, el óleo, el aerógrafo, lo físico, lo tremendo. Den fue un gran éxito y lo lanzó a la fama, luego maravillas, portadas insuperables, discos siderales como esa obra maestra de Meat Loaf, momias, esqueletos, zombies, antropófagos, monstruos, guerreros, odaliscas, brujos, reptiles impresionantes, ciencia ficción, terror profundo, mundos épicos, un sin fín.
Una pérdida tremenda para el mundo de la cultura, el arte, el cómic y la ilustración, un innovador que cambió millones de cosas, que nos hizo muy felices y al que rendimos, con la humildad de siempre, un sentidísimo homenaje.
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