Siempre he admirado profundamente a los dibujantes de la Escuela Bruguera, auténticos obreros del arte, maltratados, esclavizados y privados de sus creaciones y los derechos de las mismas.
Josep Escobar, uno de los grandes, va más allá. El gran dibujante y creador español sufrió en sus carnes injusticias derivadas de su arte y de su creatividad. No mucha gente lo sabe pero el bueno de Escobar fue empleado de Correos desde 1925. También estuvo en el mundo del teatro y, por supuesto, dibujante de tiras cómicas.
En 1939, acabada la guerra, y por haber sido dibujante de L´Esquellot es depurado de Correos y pierde su trabajo, pero no sólo eso, es declarado culpable por motivos políticos y le condenan a 6 años de prisión, de los cuales cumple poco más de un año. No fue hasta mediados de los 70 cuando, justamente, le devuelven su puesto de trabajo en Correos. Unos pocos años después la quiebra de Bruguera se lleva por delante su trabajo y sus creaciones, otro duro golpe al maestro.
Supo remontar pero, según leo en diferentes fuentes, murió en 1994 en un asilo en graves dificultades económicas. Hoy su legado pisa fuerte, y sus creaciones, Zipi Zape, Carpanta, Petra, Doña Tecla, y otros muchos, no dejan de maravillarnos. Una pena que uno de los máximos exponentes acabara de una manera tan silenciosa y olvidada, pero no es ninguna excepción en el mundo de los clásicos dibujantes de tebeos españoles... en este país no solemos tratar con el respeto y admiración que merecen a estos grandes creadores, al contrario de otros lugares como Estados Unidos, Francia, Bélgica o Reino Unido, donde han puesto en valor y en un altar, casi siempre en vida, a sus campeones del lápiz y la tinta.
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