Dream Theater es una de esas bandas especiales que a mi, personalmente, en aquella explosión que hubo en la MTV con su Pull me under y otras hierbas, me rompió los esquemas. En aquel momento me di cuenta que había un nuevo filón (que ellos casi crearon) y en el que me sentía como pez en el agua, que juntaba toda la herencia del progresivo de Rush y otras bandas valiosas, incluido el mismo Zappa y gotas del sinfónico con los nuevos caminos del metal, todo ello creado y ejecutado por unos tipos virtuosos hasta el máximo nivel. Pocos grupos en el mundo tienen todas las teclas (o casi todas) perfectamente afinadas. Han creado escuelas y tienen decenas o cientos de imitadores, pero fueron casi los primeros y eso no se lo quita nadie.
Pero es una banda elevada al máximo nivel de exigencia, de ellos mismos y de sus fans. En mi humilde opinión, estuvieron siempre in crescendo, soberbios, hasta ese durísimo y formidable Train of thought de 2003 (gran disco).... subidos luego en una temblequeante meseta con tres discos donde se nota que el filón, no es que se agote, sino que no progresa (valga bien el verbo). En ese momento se produce la salida de Mike Portnoy, que es como si de Rush se hubiera ido Neal Peart, incluso peor, porque Mike, además de ser el mejor batería del metal progresivo, es el alma creativa y el empuje que todo grupo necesita, más en este segmento... el agujero era inmenso, sideral. Petrucci es enorme, pero es carne de laboratorio, Myung más aún.... LaBrie es el pilar menos robusto y Rudess una aportación del mismo Portnoy. Fichan a un nuevo y grandioso batería, con todo un papelón por delante y al que considero un fenómeno.... pero los siguientes cuatro discos, que me perdonen, no me inspiran más que bostezos y me transmiten una falta de inspiración preocupante.
Pero oigan, aparece este "A view from the top of the world" que espero casi como un nuevo disco de Iron Maiden (o sea que no espero nada), je, y anda.... resulta que vuelve la magia. Gracias a un querido amigo por hacérmelo llegar... porque aparece un Myung brutal, tremendo y con un sonido distinto, Petrucci se deja de abrasarnos con sus interminables alardes Mozartianos y baja tono, más heavy, más riff, más sentido y menos corcheas, domado como buen percherón. LaBrie ha bajado tono también y encontrado un registro cómodo y sereno, sin estridencias ni desajustes, y las canciones, pues es que son muy buenos cortes. Rudess está más retro, con bonitos homenajes a bandas como Kansas, con un sonido más orgánico y menos exagerado.... han limpiado un poquito la partitura, liberado las sensaciones y nos han vuelto a encontrar a los seguidores, por lo menso a éste que escribe.
El batería lo hace muy bien, es muy bueno, pero hay un exceso de demostración, una pena para Mangini porque le falta un no "querer demostrar más de lo que hace falta", pero vaya papelón el del buen músico.
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