Opisso nació en 1882 en Tarragona en el seno de una familia acomodada y ya relacionada con el mundo del arte. Con condiciones innatas para el dibujo se inicia nada más y nada menos que en el Estudio de Antonio Gaudí, casi a finales del XIX.
Allí trabajó como delineante, fotógrafo, compaginando el trabajo con el estudio en el Círculo Artístico de Sant Lluchy y sus famosos encuentros con pintores como Picasso, Mir, Nonell o Casagemas en el único El Quatre Gats.
Tras abandonar el estudió de Gaudí dedicó toda su trayectoria a ser ilustrador gráfico en todo tipo de publicaciones, desde ¡Cucut! hasta La Campana de Gracia, siempre con un tono expresivo de las costumbres, manías y fuerte ironía sobre el acontecer diario en España y Cataluña.... los políticos le dieron mucho juego. Papitu, KDT, Cartolo, La guindilla, TBO, Pocholo, Campeón, intensísima la actividad del buen creador.
Anuncios, carteles, libros, manuales, publicaciones, el solicitado artista no paró de mostrar su capacidad en innumerables caminos. Son clásicas y muy reconocidas sus multitudes abarrotadas en escenas divertidas, críticas y festivas, que muestran un enorme abanico de estereotipos locales, conformando un deleite para el lector, una búsqueda del detalle y el gag en un despliegue formidable contenido en un solo encuadre. Estas obras, míticas, se publicaron, sobre todo, en los años 20 en L´Esquella de la Torratxa.
Es, quizás, el dibujante humorístico más valorado. Su obra, alejada de las vanguardias y más centrada en el costumbrismo, lo cotidiano, el ciudadano en la calle y su retrato, se convierte en una fotografía, en un documento sobre aquella Barcelona y aquella España de principios de siglo XX convirtiéndolo en uno de los artistas más interesantes de nuestro país y, por supuesto, de Cataluña.
Siempre he admirado a Opisso. Recuerdo que llegúe a él porque en el Hotel Astoria de Barcelona mantienen una impresionante colección de originales de Jordi Clos, que es el dueño de la cadena hotelera, también por su nombre, porque me evocaba a Picasso... unos años más tarde me enteré que Picasso y Opisso había compartido mesa, conversación y relación en Els Quatre Gats. Además, en mis paseos por aquella Barcelona de los 80 hasta el 2000, me lo encontraba por todos lados en libros recopilatorios, exposiciones, anticuarios y tebeos, aunque me recultaba un icono inalcanzable.
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