STRYPER "Live at the Whisky" (2014)

- Hola buenos días.

- Buenos días caballero.

- Por favor, póngame un solomillo de la mejor carne que tengan, poco hecho y sin ningún tipo de florituras.

- Aquí tiene señor.

Stryper es una gran banda, injustamente relegada a un papel secundario, seguramente por esos looks cuasi rococós de glam extremo de sus primeros tiempos de hair-metal, sus pelos imposibles y ser un grupo de rock cristiano. Pero para los que profundizan un poco más tras la carcasa siempre descubren cuatro músicos de tomo y lomo, con una calidad incuestionable y un sonido rotundo.

La vuelta de Gaines, el bajista, es muy importante, primero por el tempo formidable de su bajo y, además, por la importancia de los coros. Esta gente se han currado el "coro eclesiástico" y todos ellos cantan con calidad. El dominio de la guitarra por parte de Sweet y Foxx es supremo, utilizan el mástil como si fuera de juguete. 

Y tras muchos años de escucharlos, más de 30, se descuelgan en 2014 con un live en un club mítico, como es el "Whisky a go go" de una crudeza y una honestidad muy loables. El disco suena como debe sonar un live, rotundo, sin manipulaciones, con honradez extrema, con imperfecciones que le dan la autenticidad que este tipo de discos requiere. Las guitarras suenan fantásticas, como nunca diría yo, la batería es un panzer sin control y Gaines es la guinda necesaria. Puede que Michael Sweet ya no atesore la voz de antaño, ahora es más grave, pero sabe mantenerse en pie junto a sus compañeros con coros imparables que hacen que todo quede acorde.

El disco empieza sin piedad, pero cuando llega "Loud,n clear" se te caen los pantalones al suelo. Mantienen la bandera en alto en "Calling on you"(un corte muy difícil en directo) luego ya un mazazo tras otro en una concierto, a mi entender, épico y de inmenso octanaje.

Los grandes Stryper, carne de club y fuera de mercado, son una de las mejores bandas de hard-rock del universo. La producción de Sweet es inteligente e imperfecta, pero creíble.... suena cada rasgeo y casi hasta los acoples, desborda honestidad y corta la yugular. Hasta los vítores del público, pequeños y dispersos (como son los de una pequeña sala) aportan ese tono de encuentro íntimo y especial que a mi, personalmente, me da la sensación de estar asistiendo a algo muy especial.