Capitanes Intrépidos es una de esas películas que si uno tiene suerte puede ver cuando es un chaval, porque te marca para siempre. Es parte de ese buen cine de preguerra donde Fleming o Capra te reconciliaban con el ser humano, con los valores y con lo que es importante. No voy a entrar en la fotografía, las interpetaciones o las sublimes estampas marinas, que las hay en abundancia. Ese Lionel Barrymore papel que atacaba papel que construía con ese manto de sabiduría, honestidad, inteligencia y personalidad que hizo que le escogieran siempre que había que presentar lo más noble o ruín que hay de trás de un tipo, sea marino o abuelo de familia, o al más villano y gruñón de los personajes, como ese señor Potter de Qué bello es vivir, aunque yo me quedo con el Grandpa de Vive como quieras, una de mis pelis de cabecera. John Carradine, Mickey Rooney, Melvin Douglas, Spencer Tracy, reparto imparable que catapulta la cinta hasta un clásico necesario.
Y lo mejor de todo, una peli que mantiene su vigencia impoluta y que parece que esta hecha a medida de estos tiempos en que los hijos, malcriados, déspotas y mimados hasta la baba se han convertido en tiranos de las familias. Capitanes Intrépidos debería ser de visionado obligatorio en la escuela, o en casa todos juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario