Seguimos con estas pequeñas crónicas de viejos momentos kissianos dentro de esta semana de despedida. Son acontecimientos que quedan, muchos de ellos, cuarenta años atrás cuando navegábamos entre los quince y dieciséis años y dedicábamos, yo por lo menos, más tiempo a todas estas cosas que a estudiar.
Llegamos a hacer tres "conciertos" caseros de KISS. Y se preguntarán ustedes en qué consistían dichos "conciertos", pues en disfrazarnos de manera patética, customizar unas raquetas de tenis de forma creativa para que parecieran guitarra eléctricas y hacer una especie de karaoke rockero con un disco en directo de fondo.
Recuerdo perfectamente que lo hacíamos en un cuarto diminuto donde la temperatura ambiente subía unos cuantos grados, se sudaba la gota gorda. Ya perfectamente maquillados con ceras Manley y ropas miserables se ponía el disco en directo de fondo, a buen volumen, luego, con un buen radiocasette Pioneer (era maravilloso ese aparato) grababas el "concierto" con la banda de fondo y nuestra pésima aportación. En fin, imaginen ustedes el resultado, una desastrosa locura. Llegamos a "grabar" tres cintas, de las cuales guardo la primera de 1982, luego hicimos un par más en 1983 en las que se mejoró el diseño de los trajes y demás y de las que les muestro las "carátulas".
Recuerdo aquella "batería" hecha con cubos de agua y cubos de detergente, el logo con luz realizado on una caja de zapatos recortada y una bombilla interior sobre la que poníamos una sábana y no se como conseguimos no prender fuego a la casa. Sangre, sudor y lágrimas de risa, momentos locos por los que pasaron diversos amigos cogiendo éste o aquel rol, la verdad que lo recuerdo con cariño.
Cuando tienes quince o diceséis años lo mejor que te puede pasar es hacerte fan de algo, de lo que sea, de hacer maquetas de trenes, de una banda de rock o de ir en bicicleta, pero tener una pasión. Ahora se ve toda aquello como una locura juvenil, pero en su momento fue fascinante y muy divertido.
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