La idea de viajar a Rumania, no engaño a nadie, la tenía inspirada en el deseo de conocer la región de Transilvania. Drácula, Sherlock Holmes, El Hombre Lobo, son personajes inspiradores para mi y quería ver cómo viven en esa bella tierra todo lo referente al mito.
En Zaragoza tenemos la suerte de tener dos vuelos muy baratos a las ciudades de Cluj-Napoca y a Bucarest. El plan era sencillo, volar a Cluj, ubicada al noroeste del país y viajar en coche hasta Bucarest, atravesando Transilvania, Cárpatos y parte de Valaquia. El vuelo es excelente y la atención de los rumanos soberbia. La calidad de los hoteles nos ha sorprendido gratamente, eso sí, hay que abrigarse.
Cluj-Napoca es una ciudad grande e interesante, pero simplemente pernoctamos en ella porque nuestro primer objetivo era llegar por carretera hasta Sighisoara. El recorrido es maravilloso y los pueblos un viaje en el tiempo. No hay circunvalaciones y siempre se pasa por en medio de la localidad. Pude ver casas imposibles, circos ambulantes dignos de telefilm, carrillos llenos de personal junto con cerdos, perros perdidos, mucho autoestopista y digna humildad. Según creo es de las zonas mejores del país, no tengo ni idea de cómo será el sur. Me llamó especialmente la atención toda la desfasada infraestructura industrial, flipante, muy fotografiable pero me tuve que conformar con verla desde el coche. Enooooormes factorías oxidadas, viejos trenes llenos de carga, tremebundas chimeneas contaminantes, grandiosas cajas de desechos industriales, todo un tesoro para algún amigo amante de estas cosas que tengo por ahí. Impresionate la fábrica de Targu Murés, indescriptible.
Tras 150 km aproximadamente (que se hacen largos) se llega a Sighisoara. Localizada en plenos Cárpatos Transilvanos goza de una ciudadela de ensueño ya que está conservada de manera casi impecable. Remozada sí, pero con todos sus edificios respetuosamente en pié. La Torre del Reloj digamos que es simplemente sublime, el cementerio muy bello, sus calles de empedrado clásico, sin tonos chirriantes, todo un ejemplo de cómo conservar una ciudad medieval. Patrimonio de la Humanidad y premiada por la calidad de su conservación, todo un ejemplo y un regalo para las personas que somos amantes de conservar las cosas. Además, es la ciudad natal de Vlad Tepes, el héroe nacional que inspiró a Bram Stoker en su novela, el impulsor de este viaje. Un motivo algo banal y romántico quizás, casi infantil, pero son estos pequeños empujes los que te dan la oportunidad de ampliar miras.
Ahí van esas fotos. Un lugar maravilloso para visitar. En el centro de la ciudadela hay un busto de Tepes, además de una magnífica escalera cubierta hasta la iglesia de la zona alta. Abundancia de tiendas de souvenirs, de distinto pelaje y calidad, restauración de carácter rumano y muy poquita gente en las calles. Una primera etapa obligatoria.
La ciudad estaba poblada por sajones, una etnia alemana afincada en esta tierra y que creo abandonó sus plazas rumanas casi en su totalidad. Muy fieles a sus convicciones, creencias y costumbres.
4 comentarios:
Envidiaaaaaaaaa, qué interesante mein Freund
Sí.... es un lugar magnífico, y la época de visita excelente, con la llefada de las primeras nieves y en soledad. La subida a la ciudadela es por una preciosa subida adoquinada entre bosques y tierra negra, la torre fortaleza una fósil increíble.... pese a los souvenirs, todo ello rezuma historia.ABrazos Jesús.
Que maravilla!!! Precioso ese cementerio y todo lo demás impresionante.
Pues anda que no queda.....jejeje, me alegro que te guste Luijuas.... además la gente es muy amable, hablan muy bien inglés y siempre tienen una sonrisa para el español.
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