Ayer se presentaba en Zaragoza "Escenas de la vida conyugal", una exitosa obra de teatro dirigida por Norma Alejandro adaptación de una creación de Ingmar Bergman.
Por fin venían a la ciudad Andrea Pietra y Ricardo Darín, dos actores importantes y a los que tenía enormes ganas de ver sobre las tablas.
Lleno absoluto en un lugar inadecuado para la función por su tamaño (enorme). La obra es cercana e íntima, pero la pela es pela. Más que sobrio el montaje, cuatro elementos de mobiliario, sencillos, sobre una humilde escenografía y un negro neutro que enfoca, como en una clásica obra griega, toda la atención en el gesto, la modulación y el texto. Pero esto es como el rock, mejor un power trío básico pero ojo, que sea bueno, que se lo digan a The Police o Rush.
Un texto que a todos nos resulta cercano, porque empatizas con él. Todos nos encontramos en Juan y Mariana porque ellos son nosotros y nosotros somos ellos, con los matices de cada individuo, aquí radica el éxito de la propuesta, asistimos a un espejo, a veces duro, a veces condescendiente, de nosotros mismos. Y es incómodo verse en ese Juan, por eso el humor, lanzado como anestésico cuando el espejo lanza los reflejos más brutales.
Excelente Andrea Pietra, soberana, rotunda, modulada, en un papel que muta de la histeria al sentido común, de la baja a la forzada alta autoestima.
Y me dejo para el final a Ricardo Darín. Darín es un estilo en sí mismo, y así lo hablamos al final de la función. Adorado en España, como merece, ubicado en el púlpito de los grandes, con Luppi, Alterio o la propia Alejandro. Insuperable en el cine, sea como sea la película, su mirada, su declamación, su perfecta modulación, sus gestos trabajados, ... pero ay amigos, el teatro es otra cosa, y lejos de mostrar deficiencias impulsa sus virtudes, convirtiéndolo en un maestro de lo actoral, en un completo disfrute para el espectador que lo único que pide es; "por favor, que no se acabe".
Cuando sea anciano recordaré este encuentro con Alejandro, Pietra y Darín, un espectáculo que vale cada euro que cuesta y devuelve, con creces, con muchas creces, el importe del ticket.
Fotografía: Arturo Saz
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