Hacía días que no disfrutaba tanto de una novela de tanta verdad y calidad, con todo lo que tiene que tener un libro magnífico. Como gran fan de Stevenson resultaba intolerable no haber devorado esta bonita pieza que transcurre en plena Guerra de las Dos Rosas, con los York y Lancaster a espadazo limpio. La primera escena ya resulta deslumbrante, notas el poder de cada arco y el dolor de cada flehazo.
Caballeros contradictorios, envidias, batallas concretas, sin miles de soldados de corta y pega por ordenador, emboscadas creíbles, humanidad miserable y aventura honesta en cada línea. Tras la Isla del Tesoro (quizás mi libro preferido y que siempre regalo a chavales a los que se les nota alguna inquietud literaria) y Jekyll & Hyde, quizás es en esta entrega donde el escocés se deja llevar con más energía y desparpajo. Es alucinante que Stevenson, con tan solo 44 años de vida, nos dejara un legado tan asombroso. Tusitala, «el contador de historias», como reza en su tumba en Samoa.
"No ambiciono riquezas, ni esperanzas, ni amor, ni un amigo que me comprenda. Todo lo que pido es un cielo sobre mí y un camino a mis pies".
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