En Centroamérica y Suramérica es habitual ver grandes espacios como salas de cine, teatros o locales enormes reconvertidos en multitud de iglesias de nuevas confesiones con nombre cada uno más curioso. Yo me pierdo ya con la cantidad de sub-iglesias de sub-tendencias que existen, cada uno con su matiz.
En Zaragoza las cosas suelen ser más humildes y poco puede hacer frente a la consolidada y dueña del feudo Iglesia Católica. Pero en calles perdidas se ven curiosos locales, como el de la foto, de modesta presencia, que alberga pequeños recintos donde personas, generalmente venidas de otros países, hacen sus celebraciones.
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