El primer cine de Manolo Summers es delicioso en mi opinión, minusvalorado y nada recordado, de manera injusta. No fue entendido ni valorado en su momento y no funcionó en taquilla, dejó de hacer este cine un poco cansado. Una pena.
Está rodado con una honestidad, una clarividencia excelentes. Tomando mucho extra auténtico, retratando a la España beata y rancia de los 60, mostrando como un estúpido luto y el qué dirán pueden acabar con los sueños e ilusiones de dos buenas personas.
La niña de luto, además, goza de la presencia, fantástica, de un Alfredo Landa maravilloso y una bellísima y estupenda María José Alfonso. Retrato inteligente, innovador, fresco, creativo, divertido, muy humilde en medios, generoso en ideas y en golpes magistrales.
Siempre me pareció un tipo genial Summers, en casi todo lo que hacía, un raro especímen que este capullo país no supo entender.
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